¿ENTRAMOS?

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jueves, 3 de noviembre de 2016

Circuito Abecedaria. Alumnos 1º ESO


El pasado martes, día 25 de octubre, nuestros alumnos de 1º de ESO tuvieron la oportunidad de asistir, en el Teatro Municipal Maestro Álvarez de Martos, a la representación de la obra teatral “Solos”, interpretada por la compañía Ymedio Teatro de Torreperogil. Esta obra está destinada especialmente al alumnado con edades comprendidas entre los 9 y los 12 años así que nada mejor que llevar a los alumnos de nuestro primer curso. Definida como un teatro con títeres y objetos, la obra es, en realidad, mucho más que eso pues cuenta con elementos de lo que Bertold Brech llamó “extrañamiento” (la caracterización que el actor principal, Santos, realiza del personaje de Aurelio en el propio escenario) y de performance (es fundamental el juego de luces y sombras así como la música que mezcla canciones de la chanson française con otras mucho más impactantes y heavy como “Highway to hell” de AC/DC).
 La obra contiene bastantes elementos simbólicos fundamentalmente concentrados en los recuerdos de Aurelio que son evocados a través de títeres realizados con elementos como bolsas, botijos, enchufes… y manejados a la perfección por dos “entes” que en realidad son dos actores vestidos totalmente de negro.
 La obra comienza con la caracterización “in situ” del protagonista y acaba con su muerte. Entre ambos momentos, una vieja radio consuela los rutinarios días del anciano Aurelio. Han pasado muchos años desde que salió la última hornada de magdalenas de su obrador –pues se insinúa constantemente su profesión de panadero-. También han pasado dos semanas desde que pisó la calle por última vez y ha transcurrido apenas un instante desde que o recuerda lo que había olvidado. Es una persona mayor que vive sola y que tiene Alzheimer. Sin darse cuenta ha despertado la voz dormida de los objetos –simbolismo pleno- que, animados por su delirio se disfrazan de marionetas para contarle sus secretos. Y nuevamente el simbolismo porque estos objetos representan sus recuerdos, sus emociones, su vida lejana… Esta obra teatral es una mirada agridulce, cómica, entrañable y ácida para divertirse, emocionarse y que se nos escape alguna lágrima en la que vemos –como si del ojo de la cerradura de una puerta se tratase- la vida de uno de tantos ancianos abandonados en el mundo, la vida de uno de esos mayores que olvidamos que existen. Es un poético espectáculo para reírse de la vida.
La compañía Ymedio Teatro se propone y consigue lograr en esta perfomance de títeres acercar a nuestros alumnos de 1º de ESO a la vida en soledad de un cada vez mayor número de ancianos que en los últimos años de su existencia acaban convirtiéndose en seres invisibles y olvidados para el resto de la sociedad. Personas abandonadas, con sus achaques, rodeados de objetos tan viejos como ellos –y en el espectáculo fabricados con las cosas más sencillas y reciclables- y que van perdiendo la memoria. Aurelio es uno de esos ancianos olvidados por la sociedad, uno de tantos, uno de esos miles, que inicia su día entre esos objetos cotidianos, olvidados como él, banales y añejos como él mismo, que pueblan y se desparraman por el reducido y desordenado espacio –una habitación desaliñada- que lo cobija. Pero gracias a todo un conjunto de aciertos de la compañía, desde la sencillez del diseño de la escena –una mesa en el salón de una casa con unas cortinas al fondo cubriendo una ventana- hasta la técnica de la manipulación y el movimiento de títeres muy bien sincronizada por dos o tres miembros del trío protagonista, pasando por la selección musical de la banda sonora… esos objetos tan dispares (unas gafas, una bolsa de plástico, unos cables eléctricos conectados con enchufes o unos botijos de juguete en la escena final) y las mismas manos de los intérpretes acaban convirtiéndose en seres animados llenos de chispa, de vitalidad, simpáticos fundamentalmente, tiernos, alegres y danzantes que rememoran el olvido de Aurelio. Esos objetos son los recuerdos olvidados. El espectáculo se aleja de la tristeza que constituye su punto de partida y, aunque poco a poco se adivina el final de la vida de Aurelio, el público participa –y vaya si participa con sus aplausos del movimiento de títeres y de la banda sonoro- y disfruta dejándose llevar por el movimiento magistral de esos objetos inanimados que cobran vida. Y, admirado, por la imaginación de la compañía que este año cumple 10 años de su fundación, por la vitalidad entrañable que nace de cada una de las secuencias que conforman el devenir de la representación y sus impactantes canciones. A los alumnos no se les propone ninguna moralidad explícita – cada cual puede sacar su propia interpretación y sus propias conclusiones- pero el viejo Aurelio, en esa escenografía de papel pintado de las paredes, de papeles de periódico tirados por el suelo, entre el tapete de cuadros hechos con la lana vieja que destejían las abuelas… bien ante ellos cercano, integrado, reconocible en lo que es ahora y en lo que los títeres muestran que él fue en un tiempo pasado y que soñó, lo que inevitablemente los sitúa ante una realidad que han de conocer, aséptica pero con toda la fuerza emocional de lo inevitable: la muerte en abandono. El espectáculo comienza con un oscuro total, donde se apagan todas las luces. En ese momento, durante cuatro minutos, la caracterización de la escena nos da información interesante sobre lo que va a representarse. Hay que detenerse en una lamparita de pared que se apaga y se enciende como si estuviera a punto de estropearse –la vida-, se oye un viejo reloj funcionando y, conforme comienza a iluminarse el escenario, ese sonido se transforma en otro. Cuando se ilumina completamente el escenario ya nos encontramos en la habitación donde vive Aurelio y con unos personajes. Esa escenografía no es un decorado ni un adorno, es un elemento fundamental en la representación teatral que nos va a transmitir información y sensaciones. Hay un papel pintado en la pared. Hay cables, hay lámparas, hay un tapete de mesa y un descuido en la distribución de objetos que nos recuerdan el abandono y nos representan una casa vieja, como viejo es el protagonista.

Los personajes son tres, pero muy distintos. Uno es perfectamente reconocible: se trata del anciano Aurelio. Es un anciano en el que se ha transformado el actor –Santosdelante del público. La compañía le ha puesto el nombre de Aurelio y tiene mucho del abuelo de Santos según explico éste en el coloquio posterior. Los otros dos llevan vestidos negros e iguales. No hay nada en ellos que los identifique. No son personas, son entes, son acompañantes de Aurelio. La compañía está presentando así el asunto principal del argumento.
Cuando comienza la acción, comprobamos que se trata de un día cualquiera en la vida del viejo Aurelio. Aurelio no habla, pero nos cuenta a través de lo que hace, con sus movimientos y los de sus acompañantes, con su actuación y con los sonidos. Aurelio no habla pero emite sonidos que imitan el habla. Esos sonidos son onomatopeyas e interjecciones. Pero también se oyen los sonidos de las cosas que lo circundan: el ruido de una cisterna, el de la lámpara medio estropeada y el de la música grabada o del transistor que él enciende y que le alegra la vida. La actuación de Aurelio y la ayuda de sus entes acompañantes nos van a indicar otro asunto de la historia muy importante. Aurelio va a preparar su desayuno pero no sabe dónde deja los objetos y, sobre todo, no encuentra una magdalena. Hay una extraña reacción cuando se encuentra con su sombrero y su gabardina y realiza un juego con sus manos Es viejo y tiene dificultad para moverse, ero además no recuerda. La compañía acaba de presentarnos así el asunto fundamental de la historia, con sutileza: la vejez en soledad y la pérdida de memoria. Esto es lo que provocará todo lo que sucederá después. Y lo que sucederá después es que los objetos que se encuentran desperdigados por la habitación de Aurelio toman vida y se convierten en sus acompañantes y en su alegría. Ahora entran en juego las marionetas. En la construcción de su movimiento toman parte tanto los objetos más normales como las mismas manos de los tres miembros de la compañía que están en el escenario. En esa secuencia, que dura más de diez minutos, se puede comprobar la maravillosa integración de la imaginación y la técnica profesional. También es fundamental la banda sonora que recuerda a otra época y que es una forma de presentar los recuerdos de Aurelio. En el espectáculo se suceden los episodios en que Aurelio busca su magdalena y sigue con sus tareas y necesidades de cada día, con nuevas escenas en las que el protagonista es una nueva marioneta: un bebé sin cabeza, luego con ella formada por una tablet, un astronauta en el espacio… Para pasar de una escena a otra, la luz tiene un papel importantísimo. La luz del teatro también nos transmite sensaciones porque señala los lugares o nos transporta al tiempo y al espacio de la vida de Aurelio.

Tras el episodio del sueño o recuerdo del astronauta en el espacio, Aurelio parece cansado y se mueve al ritmo de las subidas y bajadas de la iluminación y del sonido. Ahora los sonidos se atenúan y la iluminación desaparece. Es el momento de la muerte de Aurelio. La escena final está protagonizada por una originalísima marioneta formada por dos botijos pequeños y es la única escena en la que la marioneta habla. La escena es un lamento y una expresión de alegría, como la vida de Aurelio. Cuando la música, la luz sobre el reloj y la lámpara a punto de estropearse cierran la función, se produce el paso a la reflexión.
Y esa reflexión llegó en una charla con los actores. Nos costó un gran esfuerzo porque los actores no contaban con ello puesto que Abecedaria no les había comunicado esta actividad pero fueron realmente amables y durante un espacio de más de 30 minutos, nuestros alumnos estuvieron preguntando e intercambiando opiniones y sensaciones con el trío protagonista.

Antonio Colomo
Profesor de Lengua y Literatura del IES San Felipe Neri

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