¿ENTRAMOS?

¿ENTRAMOS?

viernes, 27 de noviembre de 2015

Nuestros alumnos escriben....

Uno de los objetivos, que tiene este blog, es ser transmisor de las creaciones de nuestros propios alumnos. En esta ocasión, os mostramos un texto narrativo realizado por una alumna de 1º ESO con motivo de la celebración en el centro de la I Semana del Aceite, organizada por la Diputación Provincial de Jaén.
¡Disfrutad de la lectura!


n día de verano, una paloma estaba volando tranquilamente por la Sierra de Cazorla, cuando de lejos vio un olivo que no parecía estar nada bien, a diferencia de los demás árboles, verdes y sanos. Este estaba casi marchito, con sus hojas medio caídas, sus aceitunas sin madurar se estaban pudriendo, tenía dos raíces fuera… total, un desastre.

La paloma bajó para ver más de cerca aquel pobre olivo, y se llevó una gran sorpresa al ver que seguía vivo, pero tenía una gran depresión. Una tristeza enorme invadía su cara.
La paloma curiosa le preguntó:

-Señor olivo, ¿qué le pasa? ¿Cómo un árbol tan joven como usted puede estar en estas condiciones?
El olivo, sorprendido de tener visita, le contestó:
-Pues… estoy triste. Muy triste.
Siempre he querido saber qué hay más allá de este olivar, pero mis raíces me lo impiden, –dijo mientras miraba hacia abajo con tristeza.
-Eso explica por qué tiene esas raíces fuera –murmuró la paloma.
-Exacto –reconoció el olivo- intenté sacarlas para poder andar, pero descubrí que si las sacaba fuera moriría al cabo de unas horas. Por eso me he rendido y estoy con esta depresión –dijo con los ojos llenos de lágrimas.

La paloma sintió una profunda tristeza por el olivo pero, de repente, se lo ocurrió una muy buena idea:

-Mira, como yo viajo mucho, puedo compartir las cosas que vea contigo.
-Si, ya…¿Y cómo piensas hacerlo? – Le dijo el olivo malhumorado, pensando que la paloma le estaba gastando una broma pesada.
-Muy sencillo –le respondió la paloma con una pícara sonrisa- vendré y te contaré todo lo que haya visto siempre que pueda.

Y sin nada más que decir, se marchó, dejando al olivo muy confundido.
¿Qué habrá querido decir con “contarle todo lo que ella vea”?

Al día siguiente, la paloma fue a visitar al olivo y llevaba una flor muy llamativa en el pico.

-Qué es eso? –Preguntó curiosamente.
-Lo que te prometí –le respondió la paloma, mientras ponía esa flor en una de sus ramas-. Esta flor se llama geranio y la cogí de un balcón de Úbeda.

Después, la paloma le explicó cómo era Úbeda, sus costumbres y su gente.
Tras una animada conversación, la paloma se marchó y no volvió hasta el día siguiente, con otra flor en el pico, muy grande y mucho más llamativa que la anterior.

-Esto es un girasol, ¿a que es bonito? –Dijo agitando la enorme flor sobre sus raíces.
-¡Pero qué haces! ¡La vas a estropear! –Gritó el olivo asustado.
La paloma se echó a reír.
-¡Todo lo contrario!...Estoy echando las pipas sobre tu terreno para que crezcan contigo.

Cada día, la paloma iba a visitarle y siempre con un regalo nuevo, y cada vez más original que el anterior:
Una rama de pino, un globo perdido que se encontró en Linares, un lazo rosa que se encontró en Canena, unas cerezas de Alcaudete… y siempre se los colgaba en sus ramas.

Transcurridos varios días la paloma observó cómo su amigo iba mejorando su aspecto. Su fruto ya no era arrugado y seco, sus hojas empezaron a recuperar su verde plateado, las raíces se incrustaban nuevamente en la tierra  y ella se sintió feliz porque le estaba ayudando y porque también se sentía a gusto con él. Disfrutaba mucho viajando, fijándose en todo para luego relatarle a su amigo todo lo que había visto.
Una mañana, observó que el olivo estaba totalmente recuperado y destacaba sobre los demás por su aspecto; estaba lleno de adornos, de diversos colores muy llamativos. Ese día le llevaba la fotografía de un parque que había cogido de recortes de revistas. El árbol, curioso, le pidió que le explicara como era la vida de los árboles del parque, pensando que sería fantástica: vivir en una ciudad rodeados de gente que los admira por su belleza.

-Te equivocas- dijo la paloma –Sí, están rodeados de gente, que los maltrata; están enfermos por algo que se llama contaminación, provocada por los vehículos; viven en zonas demasiado ruidosas; los niños lo utilizan para divertirse, rompiendo sus ramas; los perros usan sus troncos para hacer sus necesidades; los adultos usan sus sombras para fumar cigarrillos y para colmo, los jardineros les recortan sus copas porque piensan que así quedan más bonitos.

El árbol, mientras escuchaba a la paloma, se sintió muy afortunado al ver que vivía en un lugar tranquilo, los dueños del olivar le cuidaban y le recogían los frutos cuando eran muy pesados para él.
Un día, pasó por su lado un aceitunero y se sorprendió muchísimo al ver aquel árbol tan adornado, y aquello le dio una idea…
Tenía un árbol en la puerta de su casa, pensó en decorarlo para sus hijos, porque pronto llegaría la Navidad, y así les daría una sorpresa.

POSIBLEMENTE ASÍ NACIÓ LA COSTUMBRE DE PONER ÁRBOLES ADORNADOS EN NAVIDAD”


Ha pasado mucho tiempo, ya la paloma está más mayor y se cansa más al volar… pero nada le impide visitar a su amigo, que cada vez está más alto y tiene las mejores aceitunas de todo el olivar.
Sigue llevándole historias nuevas y, a pesar de que no se parecen en nada, son los mejores amigos del mundo.
Y es que la amistad no entiende de razas cuando es verdadera.
ƒłN

 ROSA CLARA MEDINA GALÁN. 1º ESO-B


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